«Este libro tenía posibilidades, estaba segura, porque reúne relatos redondos, impactantes. Todos poseen esa cualidad de contar grandes historias, grandes verdades, grandes conflictos en breves palabras… algunos incluso hacen reír, que es lo más difícil.»

Calíope club literario
ISA
Virgitana, cree que los 40 son los nuevos 20. Siempre dual. Experta procrastinadora. Surfea su perfeccionismo. Sigue su camino de baldosas amarillas junto a un gato de amplia sonrisa. Denuncia social en tinta. Nunca dejó de preguntar ¿por qué? En persona le puedes leer la cara.
Alea iacta est.
VERONIQUE
Una belga que se enamoró de Andalucía. Aventurera, via- jera y navegante. Cada viaje, encuentro y conversación han sido un enriquecimiento y una inspiración. Regalos de la vida. Esta constante curiosidad le ha llevado a empe- zar a escribir. Mientras, sigue con su casa en una maleta.
PEDRO
Enfermero de profesión y escritor de vocación. Padre coraje de corazón. El humor es la pila de su reloj. La creación imaginativa siempre ha inundado sus sueños de inspiración. Escribir ha sido la forma de plasmar y com- partir esas historias que brotan en su interior. El taller de escritura: su vehículo conductor.
ELI
45 años. Ejidense pura. Enfermera de profesión. Artista ar- tesana de vocación. Ávida lectora y con gran gusto por la palabra idónea. Adora el vino y el humor inteligente. En busca de la trama perfecta, algún día escribirá un libro.
LAURA
«Cataluza». 43 años. La mujer cyborg. Orgullosa de sus marcapasos y cicatrices. Amante de los animales, excepto de los mosquitos. De pequeña quería ser granjera y acabó siendo psicóloga. Optimista realista. Disfruta aprendiendo cualquier arte, aunque no tenga mucho arte. Cree que todos tenemos algo que contar, por eso escribe su primera novela.
CARLOS
De Guadix. 36 o 37 años. Patilargo. Experto en gorriones. Músico en otra vida. Quería pinchar discos en la radio, pero acabó de pinche de cocina. Es feliz si consigue reír- se dos veces al día. Recientemente, después de doscientas crisis existenciales, ha descubierto que escribir le gusta. Vale, vale, tiene 38.
XANTIAGO.
Tengo 61 años, pero apenas aparento 60. He dedicado mi vida a la búsqueda y el adiestramiento de escritores mutan- tes. A tal fin, suelo convocarlos mediante supuestos «talle- res de creación literaria» que no son sino tapaderas de un proyecto mucho más ambicioso: conseguir que un escritor mutante gane el premio Planeta. Y en eso estamos.