«Tuve un amigo. Murió por propia mano. Quise revivirlo del único modo en que es posible: como ente de ficción (como ángel, como halcón). Nadie resucita. Y aprende a vivir en la orilla no elegida en que confluyen dos dimensiones del mismo mar. Como a barco confundido en la niebla, lo guía la farera Lola. Y la agricultora Lola, el pastor Gabriel, el profesor MJ, el etnógrafo José, el librero Manuel, el cínico Augusto, la sirena Emily… Ahora se ha enamorado. (De una ilusión, pero qué amor no lo es.)»
«Nadie vive en el submarino varado en la arena del Sabinar…»