SE ACABÓ LA TREGUA

Me quedé muy quieto, escuchando el crujir de los escalones. Deseaba que fuera Aarón, aunque no es que me apeteciese mucho verlo en ese momento la idea de enfrentarme a otra persona me hacía querer esconderme debajo de la cama para no salir jamás. Quizás no fuera tan mala solución después de todo. Me removí algo incómodo en su cama. Ni siquiera había sido idea mía ir allí, pero le bastó verme para entender que mi casa era el último sitio en el que quería estar. ¿Cómo podría siquiera mirar a los ojos a mi familia después de lo que había hecho?
Los pasos se acercaron más y más, hasta que la imponente figura de Aarón se dibujó en el umbral de la puerta recién abierta. […]