Una mujer no debe aspirar a componer,
ninguna lo ha logrado jamás.

Yo pensaba que tenía talento creativo, pero he abandonado esa idea; ¿se supone que yo soy la elegida? Creer tal cosa sería arrogante. Solo mi padre me tentó con aquello hace ya mucho tiempo.

Cuando puedo trabajar con regularidad, vuelvo a encontrarme realmente en mi elemento. Me invade un sentimiento que no experimento con frecuencia, más ligero y libre, y todo se vuelve más radiante y alegre. La música ocupa un lugar muy importante en mi vida; cuando debo prescindir de ella, es como si me viera privada de vigor corporal y mental.

Todos mis pensamientos se elevaron hacia el Señor y le agradecieron que mi esposo, Robert, finalmente fuera libre. Y al arrodillarme junto a su cama tenía la sensación de que un espíritu extraordinario se cernía sobre mí.

¡Ay, ojalá me hubiera llevado con él!