No todos hablamos igual
El título es el nombre propio de la obra y las primeras palabras que el lector ve. No debemos confundir el título con un simple trámite obligatorio, sino como una oportunidad para que despliegues tu ingenio y habilidad con las letras.
Debes de ser cauto en la elección de aquello que quieres revelar al público, y, al mismo tiempo, seducir al lector para que escoja tu obra entre las expuestas en la librería.
Características de un buen título para tu libro.
El título debe llamar la atención, pero también demostrar el rigor y la profesionalidad del contenido, de forma que no quepa duda del tema que contiene en su interior.
A continuación, te mostramos cuatro ejemplos de grandes obras cuya elección del título no fue casual.
El Diario de Ana Frank.
Este es el caso de El diario de Ana Frank . Deja constancia, antes de que podamos girar la primera página, de que vamos a leer una historia verídica, narrada por una niña, cuyo nombre y apellidos se encuentran claramente escritos.
Lolita.
En los relatos de ficción, el autor puede decidir ser claro y directo con la elección del título, como lo hizo Navokov en Lolita. Queda explícito que el argumento se centrará en una mujer llamada Lolita, nombre exótico en una novela rusa. Para conocer el resto de detalles, debemos adentrarnos en su trama. En las obras de ficción las posibilidades se multiplican ya que el autor de novelas tiene la posibilidad de escoger un título al que solo se le encuentre sentido una vez lo hayamos leído.
Orgullo y Prejuicio.
Puede tratarse también de un título sugerente, íntimamente relacionado con la intención final o con la historia en su conjunto. Pongamos por caso la novela cumbre de Jane Austen, Orgullo y prejuicio. En las últimas páginas de la novela, el lector y la protagonista se dan cuenta de que estos dos defectos parecen impedir su final feliz. Es un final revelador, que ofrece una estructura circular, pues dota de sentido a toda la obra haciendo de nuevo referencia al título y dándole una importancia capital.
Cien Años de Soledad.
El autor puede escoger un título que resuma la trama, o que exprese lo que le inspire la obra sin desvelar ningún aspecto concreto. García Márquez lo hizo con Cien años de soledad. El título no revela ningún detalle que nos sirva para hacernos una idea. Escoge términos globales, fáciles de identificar, que podría dar pie a cientos de historias o denominar a infinidad de libros. Sin embargo, resume el libro en su conjunto: planta la semilla del tono que seguirá la obra, como una puerta al universo creado por el autor colombiano.
El título no forma parte de la historia, pero es imprescindible en el libro. Ayuda al lector a entenderla en su totalidad, revela la intención del autor y condiciona el tema imperante en la novela. Un buen título hará que recordemos la historia y podamos revivir las emociones sentidas.